La vida cristiana es una vida de superación.
Hemos sido llamados a un servicio que implica llegar más allá de lo que nuestras propias capacidades o dones podrían hacernos soñar.
Y uno de los mayores logros es vencernos a nosotros mismos.
Vencer esa tendencia natural a la venganza, a tomarnos la justicia por nuestra mano, o a esas otras reacciones «naturales», pero que no reflejan el carácter justo, pero también misericordioso, de Dios.
Por eso el apóstol Pablo nos insta a revestirnos de Cristo y a hacer morir lo terrenal.
Solo así la naturaleza de Dios y su Santo espíritu podrán tomar el control de nuestras vidas, llevándonos a toda verdad y a toda buena obra.
Ya hemos vivido demasiado tiempo dejándonos llevar por el mal.
Ahora es tiempo de vivir el Evangelio y de desarrollar el fruto del Espíritu.
Porque quien tal haga es un vencedor en Cristo.
Nos vemos.
Imagen de portada por Denys Nevozhai en Unsplash
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