Con la instrucción «dad gracias», el apóstol Pablo nos está enseñando que esa es la mayor demostración de confianza en su cuidado.
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús (1ª Tesalonicenses 5:18).
Qué cosa tan increíble son los pies.
Según Internet, cada uno de ellos tiene 26 huesos, que conforman 33 articulaciones, y están unidos por más de 100 músculos, tendones y ligamentos.
Nuestros pies pueden soportar varias veces el peso de nuestro cuerpo, resistir fuertes caídas, e impactos, y transmitir toda la fuerza de nuestras piernas sin el más mínimo problema.
Una persona normal que camine un par de horas al día en sus actividades cotidianas, puede recorrer sobre ellos entre 80 y 120 Km. al mes, y dar alrededor de 150.000 pasos.
Y eso sin contar que, al margen de ello, puedas dedicarte a correr o caminar un tiempo extra cada día.
Por eso es importante cuidarlos un poco y usar calzados cómodos y saludables.
Como te decía, los pies son increíblemente potentes.
La adversidad
Pero hace unos días estaba caminando descalzo por la casa cuando, de repente, me di un golpe, con una caja, en los dedos de un pie.
Y, Señor, cómo dolía.
El pie seguía teniendo todos los huesos, ligamentos y músculos, pero yo era incapaz de dar un paso.
En situaciones como estas es cuando miras a tu alrededor y buscas los culpables de la situación a quienes echar la culpa de tus males y desahogarte refunfuñando.
El problema, en mi caso, es que el que había dejado la caja allí, había sido yo. Así que no pude desahogarme.
Pero cuando te sientas, y se te pasa un poco el dolor, puedes pensar.
Y entonces te das cuenta, de lo inapropiado de dicha reacción.
Porque es muy fácil, y común, caer en la tentación de pensar que si algo nos daña o nos sale mal es porque el universo se ha confabulado contra nosotros. O que es nuestro enemigo que está sembrando cizaña en nuestra contra. O que están levantando tempestades en nuestras vidas.
Ahora bien, ¿te has parado a pensar en lo que implica que pienses así?
Pensar eso supone reconocer que Dios no tiene la capacidad de protegernos ante los ataques de otros, sean seres físicos o espirituales, o de las circunstancias.
Buscar culpables de los que nos pasa supone pensar que nuestra vida debería ser plácida. Y se nos olvida que estamos en una guerra. Espiritual, sí, pero guerra.
Y en la guerra, la vida es de todo, menos plácida y tranquila.
Dad gracias en todo
Entonces, ¿cuál debería ser nuestra actitud? Pues la respuesta de Dios la encontramos en la 1ª epístola a los Tesalonicenses, capítulo 5 y versículo 18:
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
Cuando entregamos nuestra vida a Cristo, cuando le aceptamos como Señor y Salvador, nuestra vida pasa a ser de su responsabilidad.
Él es nuestro pastor, quien nos lleva allí donde debemos estar, y él es nuestro protector. Dios no va a permitir que nada fuera de su voluntad pueda afectarnos.
Así que, si caminamos en obediencia a Él, nada de lo que nos acontezca estará fuera de su control.
Si somos conscientes de esto, entonces la única repuesta correcta, a los problemas y circunstancias adversas que nos acontezcan, es dar las gracias a Dios por ello.
Porque si Dios permite algo adverso en nuestras vidas es para nuestro crecimiento y fortalecimiento. Para que podamos llegar firmes hasta el final.
Así que la próxima vez que vayas a dejar una caja en el suelo, o que vayas a cruzar una calle, o cualquier otra cosa que hagas en tu vida, hazlo con prudencia y atención.
Pero si a pesar de ello te das un golpe, dale las gracias a Dios. Porque no es el Universo quien se alza contra ti, sino que Dios te está perfeccionando para la victoria.
Que Dios te bendiga.
Foto de Erik Odiin en Unsplash
En el Valle de Sombra de Muerte
A lo largo de nuestras vidas, todos vamos a pasar por valles de oscuridad y dolor.
Pero la Palabra de Dios da ánimo, y nos muestra cómo seguir adelante en dichos momentos, y vencer.