
Pedid al Señor lluvias de primavera
En los tiempos de sequía, cuando nuestra esperanza desfallece, Dios tiene preparadas lluvias abundantes, solo es preciso pedírselas y esperar en Él.
En los tiempos de sequía, cuando nuestra esperanza desfallece, Dios tiene preparadas lluvias abundantes, solo es preciso pedírselas y esperar en Él.
Toda la Ley de Dios podía resumirse en dos mandamientos, amar a Dios y amar al prójimo, sin embargo los religiosos llenaron la vida de los creyentes de ritos y preceptos.
Cuando estamos pasando por pruebas difíciles, cuando la tribulación golpea nuestra vida, cuando el frío inunda nuestra alma y la oscuridad nos rodea, es fácil llegar a sentirse solo y desamparado.
En los primeros siglos, decir que eras cristiano suponía tu condena a muerte por los opositores al cristianismo. Hoy las peores críticas vienen de los propios cristianos.
Cuando lleves el mensaje del Evangelio a otros, recuerda que muchos de ellos ya saben que viven en una antesala del infierno.
Algunos quizá estén a gusto en ella. Ellos sabrán, es su decisión. Pero a los demás, compárteles el mensaje de esperanza.
Aunque todo tus sueños e ideales puedan ser muy buenos, e incluso deseables en un buen cristiano, ninguna de esas cosas podrá llenar tu alma como lo hace el vivir para Dios.
Los que alcanzarán la meta, los que tendrán fuerzas renovadas, los que lograrán la victoria, no serán los que confían en sus propias capacidades o en las de otros hombres, sino los que esperan y confían en Dios.
Ya hemos vivido demasiado tiempo dejándonos llevar por el mal. Ahora es tiempo de vivir el Evangelio y de desarrollar el fruto del Espíritu.
Porque quien tal haga es un vencedor en Cristo.
Si en algún momento el acusador quiere hacerte sentir indigno, trayendo a la memoria tu pasado, recuerda que Dios ya te ha limpiado y te está preparando para dar fruto.
Si quieres pertenecer a una congregación perfecta de verdad, ayuda a los «imperfectos»; y reconoce que tú también tienes tus lagunas y déjate ayudar.