No importa la intensidad de la tormenta. Si nos aferramos a Él, Dios siempre nos será por refugio.

Pero el Señor ha sido mi refugio; mi Dios ha sido la roca de mi confianza (Salmos 94:22)

Mira que llevamos unos años complicados.

Pandemias, volcanes, guerras, olas de calor, inflación descontrolada, subida de hipotecas, sequías, inundaciones…

Y esto en lo general, porque, luego, en lo particular, a cada uno le ha tocado lo suyo, trabajo, salud, accidentes, perdidas familiares…

Utilizando un dicho español, pareciera que a toda la humanidad la ha mirado un tuerto.

Pero lo cierto es que ninguna persona con problemas de visión tiene la culpa de esto.

En unos casos nos encontramos con las consecuencias de vivir en un mundo apartado de Dios, y todo lo que ello representa de maldad, mentira y egoísmo.

En otros casos son las consecuencias de nuestras propias limitaciones y falencias a la hora de tomar decisiones.

Y en otros, son situaciones que Dios permite o propicia para nuestro crecimiento y madurez.

Así que ahora que se acaba 2022 y miramos hacia atrás, para qué negarlo, lo que muchos vemos es un tiempo de dificultad y dolor.

Pero, si miramos bien, en medio de esa oscuridad, hay algo que nunca ha faltado. Y ese algo es Dios.

Cierto que, a veces, las situaciones se hacen muy cuesta arriba y que hay túneles que parecen no tener fin.

Pero siempre la presencia de Dios se ha hecho real. Quizá no como nos gustaría, como una ola que se lleva por delante todo lo que nos impide avanzar, pero sí como ese silbo apacible que nos trae paz y esperanza.

Algo que también vivió el rey David. Por eso, en el Salmo 94, después de clamar para que Dios interviniera en su situación, afirma en el versículo 22:

Pero el Señor ha sido mi refugio; mi Dios ha sido la roca de mi confianza.

Sí, David lo estaba pasando mal. Lo estaba pasando muy mal. Pero siempre tuvo claro que Dios era su refugio.

Y, como nos pasa a todos, al salmista también le hubiese gustado que Dios acabase rápido con el dolor o la injusticia que estaba viviendo.

Pero David no tenía miedo de lo que pudiera pasar, porque sabía que estaba en las manos de Dios.

Así que sí, 2022 no pasará a la Historia como un año fácil. Pero lo que sí podremos afirmar, con gozo, cuando recordemos este año, es que Dios siempre ha estado con nosotros.

Y, si seguimos fieles a Él, siempre lo estará.

Feliz 2023 y que Dios te bendiga.

Foto de Marcus Woodbridge en Unsplash