«Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero» (Mateo 13:30)
Si nos dan a elegir creo que todos optaremos por pertenecer a una congregación «perfecta». Una iglesia en la que todos los miembros muestren una vida plena del fruto del Espíritu.
El único problema que encuentro es que si tal congregación existiera es poco probable que muchos de nosotros pudiéramos ser miembros.
En todas las congregaciones vamos a encontrar cristianos en distintas fases de madurez, pero también alguna que otra cizaña. Y pretender expulsar a todos aquellos que no alcancen un cierto nivel solo conllevaría la muerte espiritual de la misma por legalismo.
Así que si quieres pertenecer a una congregación perfecta de verdad, ayuda a los «imperfectos», y reconoce que tú también tienes tus lagunas y déjate ayudar.
Porque solo entonces la perfección de Cristo brillará en nosotros.
Imagen de portada por Ant Rozetsky en Unsplash