Cuando se hacen encuestas sobre la religiosidad de los cristianos se cataloga a las personas en uno de dos grupos: «practicantes» y «no practicantes».
Y cuando se analiza cuál es el factor usado para diferenciarlos vemos que es la asistencia, periódica o no, a alguna iglesia.
Esto es así porque «el hombre mira lo que está delante de sus ojos». No tienen otra forma de evaluar la presunta religiosidad.
Pero esta forma de mirar nos suele dejar ciegos a la verdad.
Porque ser cristiano es mucho más que asistir a una o a muchas reuniones.
Ser cristiano es haber tenido un encuentro personal con Dios, es haber aceptado a Cristo como Señor y Salvador, es dejar que la Palabra de Dios se haga real en nuestras vidas, mostrando el amor de Dios y siguiendo su santidad.
Ser cristiano no es cumplir unos ritos, ser cristiano es vivir la vida de Dios, en amor y por amor. Es mostrar la luz de Dios a un mundo que vive en oscuridad.
Entonces descubrimos lo que ya sabemos: ser cristiano no tiene medias tintas.
Porque pretender ser cristiano «no practicante» es como querer ser una persona «no respirante».
Imagen de portada por Oscar Keys en Unsplash