Escribir es todo un arte, pero también es un trabajo, y tiene su método.
Tengo que establecer mi rutina de escritura diaria, y fijar la cantidad de trabajo a realizar para poder cumplir los compromisos.
Sin embargo, el tiempo que tarde en alcanzarlo va a variar de unos días a otros.
En algunas ocasiones puede que lo logre en apenas un par de horas, mientras que en otras estaré todo el día y no lograré acabarlo.
Además, hay que tener en cuenta que, a veces, Dios te va a dar las ideas en el lugar o el momento más insospechado.
Por eso siempre hay que estar bien preparado y contar con el equipamiento más avanzado para poder aprovechar cada idea que te viene a la mente.
Así que, tras mucho indagar y probar ya he descubierto cual es el mejor equipamiento que puedo tener para registrar cada enseñanza que Dios pone en mi vida:
Una libreta de apuntes y algunas plumas.
Y es que, al igual que cuando se trata de vivir el Evangelio, las cosas más sencillas suelen ser las más adecuadas.
Nos vemos.