A Dios parece gustarle mucho la palabra «clamar», y no es extraño.
Él es Dios de acciones poderosas y emociones intensas, y clamar es un verbo que denota intensidad en la acción, es pedir o llamar con vehemencia.
Porque Él quiere que nos acerquemos a su presencia con convicción, con la certeza de que Dios es nuestra mejor opción, no la última.
Y quiere que no le dejemos ir, hasta que nos responda. Aunque la respuesta sea «no». Porque esa respuesta forma parte de la dirección de Dios para nuestras vidas.
Así que no te limites a pedir, como quien pide un billete de tren o una pizza.
Clama a Dios como si en ello te fuera la vida, porque es muy probable que así sea.
Imagen de portada por eberhard grossgasteiger en Unsplash
Tienes mucha razon, el lunes estaba solo en casa y me puse a podar un arbol termine cayendome de unos tres metros sobre el codo derecho creo que perdi algo de conocimiento cuando me di cuenta de mi situacion, solo, en medio del jardin y a dos grados bajo cero clame a Dios tire del brazo para colocar de nuevo el hombro en su sitio y entre en casa para calentarme.En unas tres horas sali al jardin a recoger las herramientas y hoy dos dias despues estoy practicamente bien.Tenemos un Dios sin limites Aleluya.