…echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros (1ª de Pedro 5:7).

Cuando parecía que la pandemia estaba aflojando y el mundo empezaba a volver a la normalidad, Putin invade Ucrania y amenaza con una tercera guerra mundial.

En los últimos días nos hemos desayunado con las imágenes de la invasión de Ucrania y sus consecuencias.

Escenas demoledoras, como la de las casas alcanzadas por misiles, las víctimas, los cientos de miles de desplazados, o esa pequeña niña que llorando decía que no quería morir.

Y esta es la última, pero no la única situación injusta.

Tenemos guerras abiertas en Yemen y Siria; estados fallidos en Somalia o Libia; estados opresores o totalitarios como Corea del Norte o Nicaragua; guerras encubiertas como la que sostienen Israel y el estado palestino y gobiernos de todo tipo donde la corrupción campa con relativa libertad…

Y la lista sigue y sigue.

Podríamos pensar que el mundo se ha vuelto loco. Pero no, el mundo no se ha vuelto loco, simplemente, el mundo se ha alejado de Dios.

Y todas estas situaciones vienen llenas de escenas como las que comentábamos al principio: secuestros, detenciones ilegales, asesinatos, personas desplazadas que tienen que abandonar lo mucho o lo poco que habían conseguido…

Y en todos los casos la desesperación y las lágrimas inundan sus vidas, si es que a algunos les quedan lágrimas.

Lo triste es que, a veces, el pueblo de Dios, en vez de ser luz y esperanza, llevando el gozo de Dios a las personas que sufren, se contagia de esa desesperanza y de esa ansiedad.

Lo hemos visto durante la pandemia; con hermanos sucumbiendo a teorías conspiratorias, como si el mundo tuviera más poder que Dios para actuar sobre los tiempos o sobre su pueblo; o como si cualquiera pudiera tocar un solo pelo de un hijo o hija de Dios sin que Él lo permita.

Pareciera que se han olvidado de las palabras que encontramos en la primera epístola de Pedro, en el capítulo 5 y versículo 7: echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.

Muchas veces han intentado exterminar al Pueblo de Israel.

Algunos de esos intentos los encontramos en la Biblia, como el caso de Ester y Mardoqueo, y otras en la Historia, como el caso del Holocausto nazi.

Pero Dios siempre ha protegido a su pueblo.

Cierto que le ha tocado sufrir, pero siempre ha salido adelante.

Lo mismo puede decirse de la Iglesia, a la que muchos han intentado acallar. Y también es verdad que muchos líderes, presuntamente cristianos, han hecho méritos para añadir descrédito a la Iglesia ante el mundo. Pero nadie ha conseguido silenciar a la iglesia verdadera.

El Evangelio sigue vivo como el primer día, y el Pueblo de Dios sigue adelante, creciendo y llevando su mensaje de esperanza y consuelo.

Y así ha de ser. Porque el Evangelio ha de ser llevado a todos los términos de la Tierra antes de que Cristo vuelva a por su iglesia.

Pero para ello nuestra fe debe ser mayor que nuestros miedos. Y esto solo lo conseguimos cuando aprendemos a confiar de verdad en Dios, y aprendemos a echar nuestra ansiedad a sus pies.

Y así, libres de esa carga, podremos seguir adelante gozosos, sabiendo que Dios está a nuestro lado y que él tiene cuidado de nosotros.

Pase lo que pase.

Que Dios te bendiga.

Fotografía por Bonnie Kittle en Unsplash