Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra (2ª de Timoteo 3:16-17)
Si quieres estar preparado para toda buena obra, nada de lo que este mundo te ofrece es comparable a la Palabra de Dios.
Recuerdo que, hace muchos años, cuando ibas a iniciar un viaje lo primero que comprobabas era si tenías el mapa de carreteras en el coche. Y, de paso, que no tuviera muchos años de antigüedad.
Y luego intentabas establecer la ruta.
Aunque aquello era casi más odisea que el propio viaje en sí mismo.
Porque los mapas eran de dos tipos.
El mapa plegado de todo el país, que empezabas a desplegar, que era más grande que el coche y que acababas arrugando entero.
O el que estaba encuadernado y divido en hojas. Primero localizabas el inicio y el destino en un plano general que te indicaba las hojas que tenías que ir viendo.
Así, en estos podías empezar en la hoja 21, seguías la carretera y cuando llegabas, por ejemplo, al borde izquierdo del plano de allí te enviaba a la hoja 48, en esta llegabas al borde inferior y te enviaba a la 74 y esto se repetía una y otra vez, pero al menos no tapabas el parabrisas con el plano.
Ahora tenemos los GPS, un elemento cada vez más imprescindible, porque no solo nos ayudan a localizar nuestro destino. También nos ayudan, por ejemplo, a saber dónde nos encontramos o nos recuerda dónde hemos dejado el coche o la bicicleta.
Son realmente muy útiles. Aunque conozco un caso de alguien que salió de Madrid, para acercarse a San Sebastián de los Reyes (a unos 15 Km), y acabo en Donostia-San Sebastián (a más de 400 Km).
Y es que en un mundo en el que cada vez es más fácil moverse es importante tener referencias.
Y en nuestra vida pasa igual.
Necesitamos referencias que nos ayuden a discernir si estamos tomando las decisiones adecuadas o si nuestras actitudes son las correctas.
Hace tiempo escuché una charla de un sociólogo en la que exponía que, durante muchos años, la sociedad contó con cuatro instituciones que servían como referentes universales.
Estas eran la escuela, la política, la familia y la iglesia.
En la escuela se enseñaba el pensamiento crítico y la apertura a otras formas de ser.
En la familia se enseñaba el respeto y la convivencia.
La política era ejemplo de servicio a la sociedad, al diálogo y al esfuerzo por el bien común, y la iglesia mostraba el camino de la moral.
El problema que encontró es que todas estas instituciones, que aparentemente funcionaban, se fueron degradando en su funcionamiento y fueron perdiendo el prestigio y su luz como referentes.
La escuela ha pasado a ser sinónimo de adoctrinamiento del gobierno de turno.
La familia se ha descompuesto y ya no se tiene respeto por nada ni por nadie.
La política se ha convertido en el epítome del “y tu más” y de la búsqueda del interés personal o partidista.
Y qué decir de la iglesia como referente moral tras tantos y tantos casos de abusos.
Esas cuatro estrellas que servían de referencia en la noche acabaron apagándose, dejando a las personas perdidas en sus propios caminos.
Y es que cuando los seres humanos intentamos servir de ejemplo a otros seres humanos nos convertimos en ciegos guiando a otros ciegos. Personas perdidas intentando indicar el camino correcto a otras. Y esto, no funciona.
Por eso Dios nos ha dejado su mapa perfecto, el GPS más preciso que existe. Vayamos a la 2ª epístola de Timoteo, capítulo 3 y versículos 16 y 17:
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
La Biblia es un mapa que no depende de luces humanas y que puede brillar en la noche más oscura, porque ella misma es la fuente de luz que ilumina el camino que debemos recorrer.
Que, además, no hace falta actualizar, porque es perfecta desde el inicio, y que está diseñada específicamente para que el ser humano encuentre su destino.
Pero, al igual que los GPS físicos, este GPS espiritual no sirve de nada si te lo guardas en el bolsillo y te olvidas de él.
La Palabra de Dios debe estar siempre delante de tus ojos, para comprobar que cada paso que das está de acuerdo a sus indicaciones.
Porque cada uno de tus pasos te está acercando a tu destino eterno.
Y porque te ayuda para estar preparado para tu obra, para tu servicio en Cristo.
Solo de tu vigilancia y tu atención en seguir el rumbo marcado en la Biblia dependerá que ese destino eterno esté en la presencia de Dios o en el lago de fuego y azufre.
Que Dios te bendiga.
Foto de portada por Tabea Schimpf en Unsplash
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