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La llenura del Espíritu, el acceso a la presencia de Dios ya no es privilegio del sumo sacerdote. Porque el sacrificio perfecto de Cristo hace que Dios nos vea justificados y nos reciba como a hijos.

A veces las prisas entran en la Iglesia. Queremos resultados y los queremos ya. Se nos olvida, con frecuencia, que Dios tiene su tiempo.

Pablo nos recuerda que todos los verdaderos creyentes formamos parte de un mismo Cuerpo, tenemos un mismo Padre, y fuimos rescatados por un mismo sacrificio.

Ser cristiano no significa presumir de ser algo que no eres. Ser cristiano significa dejarte moldear a la imagen de Cristo y vivir como Él lo haría.

Comparte el mensaje de salvación y vive el Evangelio. Porque entonces, y aunque los elocuentes callen, con tu vida seguirás mostrando el poder, la magnificencia y el amor de Dios.

Si quieres desarrollar el plan de Dios para tu vida ten cerca tu Biblia, aplica sus principios, busca en ella más de Dios, y vívela cada día.

Jesús nunca dejó de reconocer sus sentimientos o emociones, pero no dejó que ellos gobernaran su vida ni sus decisiones.

La oración verdadera nos ayuda a sintonizar con la voluntad de Dios, pone en marcha su poder y nos transforma y renueva.

Juzgar no es otra cosa que emitir un veredicto u opinión fundada después de analizar cuidadosamente un hecho, enseñanza o aseveración para declararlo correcto o incorrecto.

Si Dios te da la orden de iniciar una tarea no te excuses como Jeremías, ni te retardes, y arranca. Si eres obediente a su llamado, y al igual que hizo con Moisés, Él irá contigo.

A lo largo de nuestras vidas Dios nos va a llevar a situaciones en las que nos van a pedir «una milla más».
Y su objetivo no es fastidiarnos ni tenernos entretenidos. Su objetivo es hacernos llegar a la meta.

Pero este venir no es un mero acercarse a Jesús. Es ir a Él para quedarse a sus pies, es aferrarse a Él y no dejarle hasta que nos bendiga.