«Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados» (Efesios 2:1)

Cuando vemos a los grandes siervos y siervas de Dios es fácil pensar que son personas hechas de otra pasta.

Seres con una capacidad especial muy superior a la del resto de los mortales.

Sin embargo, todos ellos comenzaron siendo personas muertas espiritualmente.

Como tú y como yo.

Fue Dios quien les dio vida y quien les capacitó para la obra a la que fueron llamados.

Y es Dios quien nos da la misma vida a nosotros.

Porque no se trata de las capacidades naturales de las que disponemos.

Se trata de la respuesta que le damos a Dios cuando nos llama, de nuestra disposición hacia Él.

Es seguro que cada uno tendrá misiones y ministerios diferentes, pero el llamado es el mismo.

Y el compromiso de Cristo con nosotros también es el mismo.

Cuando Dios te llame confía en Él y síguelo.

Él te ha levantado de la muerte, te ha dado vida y siempre estará contigo.

Nos vemos.

Imagen de portada por  NASA en Unsplash